Seguridad sin Estados Unidos: La búsqueda de garantías de Europa en Ucrania

En la Europa actual, un viejo dilema estratégico ha resurgido con una urgencia sin precedentes desde la Guerra Fría. La guerra de Rusia en Ucrania no es simplemente una disputa territorial, ni siquiera una lucha por el futuro de un solo Estado. Se ha convertido, ante todo, en un laboratorio para la disuasión misma. Cada envío de armas y cada declaración de apoyo “inquebrantable” obligan a las capitales europeas a afrontar una pregunta crucial: ¿Es posible ofrecer garantías de seguridad creíbles sin Estados Unidos?

Durante siete décadas, esta cuestión fue en gran medida teórica. La OTAN existía como un proyecto estadounidense, respaldado por las armas nucleares de Estados Unidos y la certeza de su intervención. Hoy, esa certeza se ha visto sacudida. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, sumado a la tibia inversión europea en defensa desde el fin de la Guerra Fría y las fantasías neoimperialistas de Putin, han transformado lo que antes era teórico en un problema existencial . Los europeos podrían enfrentarse pronto a la perspectiva de garantizar la seguridad de Ucrania, con o sin Washington.

El debate estratégico de Europa
En Bruselas, Berlín, París y Varsovia ya se debate acaloradamente si se debería ofrecer a Ucrania la membresía en la OTAN, lo que obligaría a toda Europa a defenderla. ¿O deberían idearse garantías alternativas, menos formales pero igualmente efectivas? ¿Deberían los europeos desarrollar nuevas doctrinas —o incluso nuevas armas— para compensar lo que Estados Unidos ya no pueda proporcionar? Cada opción está plagada de peligros, pues choca con limitaciones políticas, militares y psicológicas.

Sin embargo, lo que los une a todos es el reconocimiento de que la disuasión no es un concepto abstracto. Se vive en tiempo real, a medida que los adversarios ponen a prueba sus límites y los aliados sopesan si deben hacerlos cumplir. No obstante, para Europa, el desafío ya no es hipotético, sino inmediato. El fracaso significaría no solo la derrota de Ucrania, sino también el debilitamiento de la propia seguridad europea.

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