El presidente Emmanuel Macron pidió a Sébastien Lecornu que regresara como primer ministro francés solo cuatro días después de que éste dejara el cargo, lo que desató una semana de gran dramatismo y agitación política.
Macron hizo el anuncio el viernes por la noche, horas después de reunirse con todos los principales partidos en el Palacio del Elíseo, excepto los líderes de la extrema derecha y la extrema izquierda.
El regreso de Lecornu fue una sorpresa, ya que dijo en la televisión nacional hace sólo dos días que no estaba «persiguiendo el puesto» y que su «misión había terminado».
Ni siquiera es seguro que pueda formar gobierno, pero tendrá que actuar con rapidez. El nuevo primer ministro tiene como plazo el lunes para presentar el presupuesto del próximo año ante el Parlamento.
El Elíseo afirmó que el presidente había «encargado [a Lecornu] formar un gobierno» y el entorno de Macron indicó que le había dado «carta blanca» para actuar.
Lecornu, de 39 años y uno de los aliados más fieles de Macron, publicó entonces un largo comunicado en el que aceptaba «por obligación la misión que me confió el presidente, de hacer todo lo posible para dotar a Francia de un presupuesto de aquí a finales de año y responder a los problemas cotidianos de nuestros compatriotas».
Cuando apareció en la televisión francesa esta semana, Lecornu se describió a sí mismo como un «monje-soldado» y, mientras se preparaba para formar un gobierno, dijo el viernes: «Haré todo lo posible para tener éxito en esta misión».
Las divisiones políticas sobre cómo reducir la deuda nacional de Francia y recortar el déficit presupuestario han llevado a la caída de dos de los tres primeros ministros en el último año, por lo que su desafío es inmenso.
La deuda pública de Francia a principios de este año era casi el 114% del producto económico (PIB), la tercera más alta de la eurozona, y se proyecta que el déficit presupuestario de este año alcance el 5,4% del PIB.
Entre las condiciones que Lecornu enumeró para asumir el cargo, una fue que «nadie podrá eludir» la necesidad de sanear las finanzas públicas francesas. A solo 18 meses del fin de la presidencia de Macron, también advirtió que cualquiera que se uniera a su gobierno tendría que posponer sus ambiciones presidenciales.