«La gente puede rejuvenecerse, quizás incluso volverse inmortal»: la búsqueda de la longevidad de Putin

Era cosa de villanos de Bond. Dos autócratas envejecidos, con su joven aliado a cuestas, deambulaban por una rampa alfombrada antes de un desfile militar en Pekín cuando un micrófono abierto captó una pregunta que parecía rondarles la cabeza: ¿cuánto tiempo podrían aguantar? Y, entre líneas, ¿podría la ciencia permitirles gobernar para siempre?

Con los avances de la tecnología, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró a Xi Jinping a través de su traductor que “los órganos humanos pueden ser trasplantados constantemente, hasta tal punto que las personas pueden volverse más jóvenes, quizás incluso inmortales”.

El líder chino respondió: “A finales de este siglo, la gente podría vivir hasta 150 años”.

Cerca de allí, el norcoreano Kim Jong-un, tres décadas más joven que los dos hombres de 72 años, pareció tomar nota con una sonrisa.

El momento de tensión política en Beijing ha generado rumores sobre la vida útil de los líderes e inevitablemente, comentarios sobre hasta dónde presionarán para evitar que el tiempo se agote.

Por ahora, no hay indicios de que ninguno de los tres líderes tenga intención de ceder en el poder. Cada uno parece decidido a gobernar mientras sus cuerpos aguanten, y ninguno ha presentado un plan de sucesión claro.

Según los cambios constitucionales que impulsó en 2020, Putin podría permanecer en el poder hasta 2036, cuando tendrá 83 años, superando incluso el mandato de Joseph Stalin.

Xi, mediante purgas de aliados y rivales por igual, ha roto la antigua tradición del Partido Comunista de preparar sucesores. En la totalitaria Corea del Norte, la sucesión se ha determinado tradicionalmente solo por la muerte.

El afán de los líderes por la longevidad no es nuevo. Los gobernantes llevan mucho tiempo buscando maneras de prolongar su vida y su mandato.

El primer emperador de China , Qin Shi Huang (259-210 a. C.), envió expediciones al mítico monte Penglai en busca de elixires de vida eterna, aunque los brebajes de mercurio que ingirió podrían haber acelerado su muerte.

Alejandro Magno, según cuenta la leyenda, vagó por la “Tierra de las Tinieblas”, un bosque mítico y eternamente oscuro, en su búsqueda del agua de la vida.

Muchos siglos después, el italiano Silvio Berlusconi abordó el mismo problema con su habitual extravagancia (trasplantes de cabello, cirugía estética y tratamientos de sangre) en su intento de parecer invencible en el escenario político.