Conocida como el continente del futuro, África representa oportunidades ilimitadas y un potencial de crecimiento que podría transformar profundamente el futuro global. Este potencial también podría otorgarle a África un papel preponderante en el escenario geopolítico. Sin embargo, si bien debe seguir reafirmando su determinación de estar a la altura de las circunstancias, África necesita reconocer que aún queda mucho por hacer.
En primer lugar, África necesita avanzar en la resolución de conflictos que se prolongan desde hace décadas y otros problemas que lastran al continente. En segundo lugar, es necesario fomentar el consenso entre los actores africanos. Los 55 estados de la Unión Africana requieren un consenso constante para ganar credibilidad en asuntos regionales antes de abordar temas de mayor envergadura y cuestiones globales. Sin avances tangibles en materia de paz y gobernanza, las ambiciones globales del continente seguirán siendo meras aspiraciones, en lugar de una realidad alcanzable.
La aspiración de África a un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) ha llegado a un punto crítico, ya que la inestabilidad en la región del Sahel (Burkina Faso, Malí y Níger) pone en entredicho la credibilidad del continente. Este debate, centrado en el derecho de África a reclamar un puesto permanente en el CSNU, se ha intensificado a medida que las acusaciones de complicidad estatal en el terrorismo y otras crisis internas han evidenciado aún más la fragilidad de organizaciones regionales y subregionales como la Unión Africana (UA) y la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO).
Adoptado en 2005, el Consenso de Ezulwini representa la postura unificada de África sobre la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Propone dos puestos permanentes con derecho a veto y cinco puestos no permanentes adicionales para África. La propuesta subraya la demanda del continente de una representación equitativa y una mayor influencia en la gobernanza global. Esta postura se ha reafirmado en todas las Cumbres de la UA desde su adopción, si bien su implementación sigue estancada debido a divisiones internas y a la resistencia externa.
Las acusaciones de la región del Sahel contra potencias extranjeras, en connivencia con algunos países africanos, por orquestar actividades terroristas, han generado tensiones diplomáticas en todo el continente. En particular, el líder militar de Níger, el general Abdourahamane Tiani , acusó a Francia de realizar operaciones encubiertas para desestabilizar la región, una acusación secundada por Malí, que también implicó a Argelia. Estas alegaciones siguen siendo políticamente delicadas y carecen de verificación por parte de fuentes independientes. A pesar del rápido rechazo de Francia y Argelia, este episodio ha puesto de manifiesto profundas divisiones en África, evidenciando las limitaciones de los mecanismos regionales para lograr la resolución de conflictos de forma independiente.
