Han pasado seis semanas desde que la comisión electoral de Uganda anunció a los ocho candidatos para las elecciones presidenciales del país en 2026. El hecho de que todos sean hombres es una indignación, y no sorprende en absoluto.
De las 221 personas que expresaron interés en postularse para la presidencia, 15 eran mujeres; y de ellas, solo tres obtuvimos suficiente apoyo de los votantes para ser consideradas para la nominación.
Los hombres en la política argumentan que la boleta exclusivamente masculina es el resultado de un sistema electoral justo y neutral. Pero, ¿cómo pueden las mujeres, que no tienen acceso a los mismos recursos y que siempre han sido privadas de sus derechos, competir en igualdad de condiciones? Lejos de ser justa, la neutralidad mantiene un entorno en el que las mujeres son continuamente excluidas de las estructuras de poder superiores bajo el pretexto de la competencia
Una de las razones por las que decidí presentarme a la presidencia fue para romper las barreras que rodean el cargo. Las mujeres representan el 30% en el gobierno. Sin embargo, desde la independencia de Uganda en 1962, solo cuatro mujeres se han presentado a la presidencia. Sigue siendo un cargo profundamente marcado por el género y simbólico; todavía asociado con la masculinidad tradicional, las credenciales militares y la política de hombres fuertes.
Siempre que ciertas categorías de ugandeses intentan acceder al liderazgo más alto, se les dice: “¡Tú no! ¡Ahora no! ¡Así no!”. Esto se utiliza contra las mujeres, los jóvenes y los ugandeses que no tienen acceso a fondos para llevar a cabo campañas exorbitantes. Cuanto más observaba esta narrativa intencionalmente discriminatoria utilizada para excluir a personas como yo del liderazgo, más me daba cuenta de que no podía seguir mirando desde la barrera
Somos una nación joven donde millones de ugandeses son menores de 35 años. Sin embargo, el poder ha permanecido en manos de la misma élite durante generaciones. En las elecciones de 2026 se presenta el presidente en funciones, Yoweri Museveni , de 81 años , quien ha estado en el poder desde 1986. La política del miedo, el clientelismo y el silencio nos ha frenado. Estas elecciones son diferentes porque existe un anhelo más profundo de cambio, justicia y oportunidades. Como mujer de 33 años, con experiencia en la sociedad civil y comprometida con los derechos humanos, ofrecí una visión alternativa para el futuro de Uganda: basta de políticas recicladas con nuevo disfraz y promesas repetidas.
Mi candidatura a la presidencia no se trataba solo de ganar una elección, sino de devolver el poder a los ugandeses, reconstruir una nación donde ser ugandés signifique ser visto, escuchado y valorado independientemente de la edad, el género y la clase social. Mi campaña se centró en despertar el espíritu de Uganda a través de una gobernanza inclusiva, la prestación de servicios y la reforma legal. Propuse un sistema transparente, descentralizado y responsable, basado en la justicia social, junto con una política exterior que amplifique el liderazgo regional de Uganda.
