¿Es Netanyahu ahora una carga para todos?

En un momento en que hablar de normalizar las relaciones entre Israel y los estados árabes vuelve a ser tabú en la esfera pública regional debido a la crisis humanitaria que asola Gaza, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó estar cumpliendo una “misión histórica y espiritual” y estar “muy” comprometido con la visión del Gran Israel. Esto no fue un comentario pasajero ni una estrategia electoral, sino una clara expresión de la esencia de su doctrina política y de los principios que guían sus decisiones tanto en tiempos de guerra como de paz.

Estas declaraciones plantean una pregunta fundamental: ¿Se ha convertido Netanyahu en una carga para Israel, la región y la administración estadounidense, que le es cordial, incluyendo a quienes buscan la paz y la coexistencia con él? ¿Cree realmente en la normalización de las relaciones con sus vecinos regionales, o solo desea una paz que sirva a su ideología expansionista?

La administración del presidente estadounidense Donald Trump nunca se ha desviado de la idea de ampliar los Acuerdos de Abraham para inaugurar una nueva era en Oriente Medio, donde todos coexistan pacíficamente. El presidente Trump considera los acuerdos firmados entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos como uno de los logros más significativos de su primer mandato. Desde el inicio de su segundo mandato, se ha esforzado por ampliar el acuerdo para incluir a Arabia Saudí, Siria, Líbano y varios países islámicos importantes. Sin embargo, ¿comparte Netanyahu el deseo del presidente estadounidense y los vecinos de Israel de romper el estancamiento que se prolonga desde hace décadas? ¿O acaso Netanyahu está desarrollando otros planes al amparo del caos regional, impulsado por la euforia que siente al derrotar a los aliados de Irán en la región y asestar lo que él considera un golpe decisivo al programa nuclear de su rival?

Las declaraciones de Netanyahu causaron especial indignación en Egipto y Jordania. Si bien ambos países intentan contener la opinión pública favorable a los palestinos y se aferran a los acuerdos de paz como garantía de seguridad y estabilidad, Netanyahu declaró que no reconoce sus fronteras oficiales y que persigue la visión del Gran Israel, que incluye Cisjordania y zonas de Egipto y Jordania. Esto provocó comunicados oficiales de El Cairo y Amán, que consideraron estas declaraciones provocadoras y una escalada inaceptable.

Desde el primer día de la guerra en Gaza, Egipto y Jordania advirtieron contra cualquier intento de desplazar a los palestinos hacia sus territorios. Al considerar tal medida una amenaza para su seguridad nacional, se opusieron firmemente a los planes de desplazamiento respaldados por la administración Trump con su propuesta de la «Riviera de Oriente Medio». Sin embargo, las declaraciones de Netanyahu van más allá de los planes de desplazamiento e invocan una guerra total para expandir el territorio de Israel.

Los países vecinos de Israel están preocupados no solo por las declaraciones de Netanyahu, sino también por la situación sobre el terreno, incluyendo la expansión masiva de asentamientos en Cisjordania y los Altos del Golán, verificada por informes de la ONU sobre el desplazamiento forzado desde Cisjordania y Jerusalén Este, publicados en octubre de 2024 y junio de 2025. Estas preocupaciones también se derivan de la aprobación por parte del Knesset israelí de una moción para la anexión de Cisjordania el mes pasado, y del rechazo del gobierno israelí a cualquier diálogo sobre una solución de dos Estados.

Estas preocupaciones son graves y plantean desafíos internos para los gobiernos árabes. Refuerzan el discurso en contra de los acuerdos de paz y dan mayor impulso a la oposición a la normalización. Ante esta realidad, cualquier gobierno dispuesto a adherirse a los Acuerdos de Abraham tendrá dificultades para influir en la opinión pública sobre la viabilidad de la paz, mientras que el primer ministro israelí adopta una política expansionista a expensas de sus vecinos, quienes han firmado acuerdos de paz durante décadas.

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