Anna von Hausswolff: Reseña de Iconoclasts – una composición gótica estimulante y eufórica

Su obra ha suscitado comparaciones con la de Nico y Diamanda Galás; hace cuarenta años, podría haber aparecido en una portada abstracta y evocadora de Vaughan Oliver, editada por 4AD. Ha colaborado con Swans, Sunn O))) y la banda de black metal Wolves in the Throne Room. Su último álbum, All Thoughts Fly (2020), fue una colección de temas instrumentales grabados en una réplica de un órgano barroco alemán del siglo XVII en una iglesia de Gotemburgo: quizá se pueda intuir su tono emocional al saber que se publicó en un sello conocido principalmente por su música doom metal.

Una bloguera la llamó «la suma sacerdotisa» de las «armonías satánicas», una descripción que le causó problemas. Dando crédito a la bloguera, católicos fundamentalistas lograron que se cancelaran sus conciertos en iglesias de Nantes y París : en la primera, los manifestantes bloquearon la entrada. Claramente, Von Hausswolff no parece ser una artista que pretenda competir con Sabrina Carpenter o Taylor Swift.

Sin embargo, la descripción de Iconoclasts como «pop» le queda bien, aunque con ciertas reservas. Es mucho más melódico que sus trabajos anteriores, y no es difícil imaginar el tema más sencillo, la balada Aging Young Women (a dúo con Ethel Cain), sonando en la radio o en las listas de éxitos: recuerda un poco a Lana Del Rey, si Del Rey hubiera acabado en el fondo de un pozo. Cabe destacar que Cain no es la principal colaboradora; tampoco lo es Iggy Pop, que aparece en otra balada, The Whole Woman, con su voz de barítono, a sus 78 años, con una conmovedora inestabilidad. Se trata del saxofonista de vanguardia Otis Sandsjö, cuya música fue descrita acertadamente por la revista Jazzwise como «intencionalmente desconcertante»: sobra decir que no es el primer nombre que se te ocurriría si planearas arrasar en la lista de éxitos de Spotify.

Sandsjö está presente en cada rincón de Iconoclasts; su saxo lidera los temas instrumentales «Struggle with the Beast» y «Consensual Neglect», sus arreglos de viento madera aportan calidez al tema que da título al álbum y a «The Mouth», y su interpretación oscila entre lo crudo —hay momentos en que se oye el roce de sus dedos contra las teclas—, lo sereno y lo enérgico: el funk estridente de su interpretación en «Struggle With the Beast» impulsa el tema durante casi nueve minutos. Sin embargo, no se podría decir que su contribución sea dominante: hay demasiados elementos en juego.

Iconoclasts es un álbum extenso —dura casi una hora y cuarto—, pero aun así se siente repleto de sonido. Hay drones sintetizados densos que, por su intensidad, evocan ocasionalmente el sonido de la obra maestra de Fuck Buttons de 2009, Tarot Sport; explosiones de ruido chispeante; orquestaciones cinematográficas; y patrones de batería que combinan un trueno de sonoridad ritual con ritmos que recuerdan, de diversas maneras, el pulso de la música dance, el ritmo glam y hasta el reggae. Von Hausswolff ya no es tan propensa a estallar en gritos y ululatos como antes, pero su voz aún posee una fuerza arrolladora que se abre paso entre el eco que la envuelve con frecuencia.

Es una música que se siente en constante movimiento, acentuado por el hecho de que las melodías, ricas y bellas como son, rara vez se ajustan a una estructura estándar de estrofa-estribillo: las canciones aquí suelen terminar en un lugar muy distinto al que empezaron. De hecho, su maximalismo podría resultar demasiado abrumador para asimilarlo de una sola vez.

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