Fue una tarea difícil para Gales, con desafíos que iban desde un viaje de ida y vuelta de 7.000 millas (el viaje más largo que habían hecho en su historia para una clasificación) hasta un campo artificial.
Pero el mantra de Bellamy y sus jugadores fue claro: no hay excusas.
Gales controló la primera mitad, monopolizando la posesión y manteniendo a sus tenaces oponentes acorralados dentro de su propio campo.
Dylan Lawlor, defensa central de 19 años del Cardiff City, estuvo impresionante en su debut, seguro con el balón y ayudando a construir el juego desde atrás.
Los equipos a menudo tienen que ser pacientes contra rivales débiles que defienden profundamente, y Gales fue capaz de ejercer presión sin forzar la situación indebidamente.
Las oportunidades empezaron a llegar, con un disparo de Brennan Johnson desviado y Ben Davies provocando una tormenta en el área con un cabezazo tras un córner.
El lanzamiento de tiros libres de Wilson fue típicamente preciso y fue su tiro libre con efecto el que condujo al gol; el cabezazo de Cullen fue detenido por el portero debutante Temirlan Anarbekov, pero solo llegó hasta Moore, quien se abalanzó sobre el balón suelto.
Sin embargo, en lugar de aprovechar esa posición de poder, Gales desperdició la iniciativa.
El taconazo innecesario de Neco Williams le dio a Kenzhebek la oportunidad de realizar su excelente remate que Darlow desvió brillantemente al larguero.
Fue el mismo atacante kazajo al que luego se le permitió ingresar al área y disparar desviado, mientras que la defensa de los visitantes fue un poco pasiva al permitir que Satpaev obligara a Darlow a entrar en acción nuevamente.
Wilson y Jordan James tuvieron oportunidades de marcar el segundo gol de Gales y calmar sus crecientes nervios, pero una ventaja de dos goles los habría favorecido.
Sin embargo, a pesar de lo flojo que fue el desempeño en el segundo tiempo, los visitantes simplemente se sintieron aliviados de escapar con una victoria, lo que hizo que su largo viaje de regreso a casa fuera un poco más llevadero.