Rob Dorsett de analiza la estrategia de transferencia del Manchester United después de la primera ventana de Rúben Amorim a cargo; los fichajes de renombre como Bryan Mbeumo, Matheus Cunha y Benjamin Sesko ayudaron a llevar el gasto del Man Utd a £ 232,4 millones
El Manchester United llegó a la ventana de transferencias de verano con la tarea de comenzar a remediar las razones de la peor temporada de la historia del club en la Premier League.
El 15.º puesto de la temporada pasada representó un mínimo histórico para el United, que no brilló en el campo. La temporada terminó con una nueva decepción: la derrota en la final de la Europa League ante el Tottenham, que les impidió disputar la Champions League, lo que reforzó la importancia de este mercado de fichajes de verano.
Tras su llegada en noviembre de la temporada pasada, los últimos meses han representado el primer mercado de verano de Ruben Amorim al mando en Old Trafford. El United estuvo muy activo desde el principio, fichando a Matheus Cunha antes de cerrar los fichajes de Bryan Mbeumo y Benjamin Sesko, y asegurando los servicios de Senne Lammens en el último día de la temporada.
También se produjeron las salidas de Antony y Alejandro Garnacho, traspasados definitivamente al Chelsea y al Real Betis, así como las cedidas de Marcus Rashford, Jadon Sancho y Rasmus Hojlund.
Un nuevo enfoque basado en datos en Old Trafford
El Manchester United reflexionará sobre sus fichajes de verano y se planteará cuatro preguntas concretas:
¿Está mejor la plantilla ahora que la que acabó la temporada pasada?
¿Consiguieron todos sus objetivos principales?
¿Cada uno de los fichajes encajaba en los nuevos parámetros del club en cuanto a edad, perfil y coste?
¿Lograron desprenderse de esos jugadores con altos ingresos que no forman parte de los planes de Amorim?
Incluso el partidario más crítico tendría que admitir que la respuesta a todas esas preguntas es “sí”.