En el verano, cuando Davide Ancelotti, hijo de Carlo, parecía que era el elegido para ser el nuevo hombre del Rangers, los jefes de Ibrox le dieron a Russell Martin una última oportunidad para explicar por qué él, y no el italiano, era el candidato perfecto para ser el gran redentor de Govan Road.
De la noche a la mañana, la opinión dentro del club cambió. Martin había dado en el clavo en su discurso a los nuevos dueños. En esa entrevista magistral, había transformado una situación de 40-60 en una de 60-40 a su favor. Poco después, fue anunciado como el nuevo entrenador del Rangers.
Esa presentación a puertas cerradas fue lo mejor para Martin, quien es el cuarto técnico del Rangers que pierde su trabajo en menos de tres años después de Giovanni van Bronckhorst, Michael Beale y Philippe Clement.
Van Bronckhorst, un despido ridículo que ahora trabaja para el Liverpool, ganó la Copa de Escocia y llevó al Rangers a la final de la Europa League. Beale, un novato, al menos tuvo un buen comienzo antes de que las cosas se complicaran. Ganó 13 de sus primeros 14 partidos.
Clement ganó una Copa de la Liga, se llevó algunos trofeos europeos importantes, empató con los Spurs, ganadores de la Europa League, y sólo perdió en el tiempo añadido contra los subcampeones de la Europa League, el Manchester United, pero aún así fue eliminado.
Martin no tenía argumentos para la defensa. Nada que indicara señales de mejora. Hace poco le pidieron que mencionara algunas cosas que había mejorado bajo su supervisión, y no pudo hacerlo. Había una razón para ello.
Una frase cada vez más aburrida de «jam tomorrow» sólo creó el ambiente más incendiario que algunos observadores de los Rangers puedan recordar.
‘Las excusas de Martín fluyeron como lava’
Los aficionados del Rangers, casi tan viejos como Campsie Fells, las colinas que dominan el campo de entrenamiento del club al norte de Glasgow, te dirán que Martin fue el peor entrenador que han conocido. Y eso es mucho decir.
Uno de sus predecesores, Pedro Caixinha, perdió una vez contra el Progres Niederkorn, el cuarto mejor equipo de Luxemburgo en ese momento, y terminó la noche remando con los fanáticos del Rangers mientras estaba de pie entre un arbusto.
El final de Martin fue caótico. Un empate en Falkirk provocó que la afición volviera a pedir a gritos su despido, una queja bastante constante y venenosa en los últimos tiempos. Lo sacaron a escondidas por la puerta trasera del estadio de Falkirk con escolta policial. Fue indecoroso. No podía continuar.
El empate contra el Falkirk se produjo tras otros empates ligueros contra el Motherwell, el Dundee, el St Mirren y el Celtic. El corazón les latía en Ibrox. El Brugge les ganó 6-0 y 3-1 en Europa. El Rangers tuvo que hacer un gran esfuerzo para derrotar al Livingston. Cada partido era el equivalente futbolístico a clavar las uñas en una pizarra. Fue insoportable.