El Rangers fue castigado por el despiadado Brugge en el choque de la Champions League

El colapso defensivo del Rangers expone la brutal realidad contra el Club Brugge
A los cuarenta minutos de la mortificante noche del Rangers en Ibrox, Djeidi Gassama sacó un córner en la grada Broomloan y su entrenador, Russell Martin, aplaudió desde la banda. El aplauso de un hombre fue ensordecedor.

En ese momento, el Rangers perdía 3-0. Los abucheos ya se habían extendido por todo el estadio y grandes franjas de aficionados habían comenzado a marcharse prematuramente. Esta no fue una derrota cualquiera, fue un espectáculo aleccionador.

Cuando Ibrox se activa por sí solo, la intensidad es inigualable. La ira era intensa, las palabras volaban como cuchillas, clavándose profundamente en sus objetivos.

El contexto era claro. Los Rangers se habían topado con este colapso, y bajo el mando de Martin, hay una forma definida de jugar, pero pocas señales de fortaleza defensiva.

Las debilidades defensivas al descubierto
Se ha abandonado la cautela en favor de un ataque a ultranza. Todos se lanzan al ataque, dejando poco espacio en cuanto a estructura del mediocampo, organización defensiva o presencia dominante en defensa. El cinismo, la fuerza y el sentido táctico han brillado por su ausencia. El Rangers se mostró vulnerable desde el pitido inicial.

Podrían haber encajado cinco o seis goles en este partido. Esa cruda realidad resumía lo porosos que parecían. Contra rivales como el Panathinaikos y el Viktoria Plzen en rondas anteriores, la fortuna les había sonreído. La mala defensa no se sancionó, los cabezazos se fallaron, los corredores no se siguieron, y Jack Butland se vio obligado repetidamente a realizar heroicas jugadas. Esa suerte finalmente los abandonó, y el Club Brugge la aprovechó.

Su juego de ataque ha sido a veces fluido, pero la defensa sigue siendo alarmantemente frágil.

¿Podría el Rangers permitirse el lujo de conceder tantas oportunidades a un equipo como el Brujas, que a pesar de haber vendido talentos por valor de unos 70 millones de libras este verano, sigue estando repleto de jugadores hábiles e implacables? La respuesta llegó rápida y dolorosamente.

Tras solo tres minutos, Nasser Djiga dudó fatalmente. Romeo Vermant se desmarcó y ejecutó un impresionante pase elevado por encima de Butland. Djiga, cedido por los Wolves, ha sido elogiado por su atletismo y fuerza, pero en ese momento se mostró pasivo. Su desliz fue imperdonable, recordando sus costosos errores en la derrota de la Copa de la Liga ante el Alloa.

Butland no tuvo ninguna oportunidad y la decisión de Djiga de dejar de competir simbolizó el malestar que recorría la defensa del Rangers.

El colapso temprano marca la pauta
El castigo continuó. Tras solo siete minutos, Jorne Spileers, sin que nadie le hiciera caso, remató con el lateral del pie tras un córner. Este era el tipo de marcaje flojo que el Rangers había evitado en partidos anteriores. Esta vez no.

Y para el minuto 20, sus esperanzas de ganar la Champions League estaban hechas añicos. Brandon Michele aprovechó los vacilantes intentos del Rangers de despejar el balón y metió el tercero.

“No llegó la respuesta nuevamente después de 20 minutos, cuando los Rangers fallaron en dos intentos de despejar su área, una vacilación e incompetencia que llevó a Brandon Michele a disparar un tercero ante Butland”.

El ambiente era tóxico. Los aficionados ya no pedían una remontada milagrosa, sino simplemente que la pesadilla terminara sin más humillaciones. En esencia, esto significaba que el Rangers se libraba de la vergüenza aún mayor que le había costado el puesto a Giovanni van Bronckhorst en una campaña europea anterior.

El desafío de Martín y la realidad de Brujas
La visión de Russell Martin es clara. Quiere un Rangers con un fútbol expansivo, pero ha heredado y construido una línea defensiva alarmantemente frágil. En su corta trayectoria, ha fichado a numerosos jugadores, pero, sin embargo, la defensa ha empeorado aún más.

La remontada en la segunda mitad ofreció cierto alivio. El Rangers recortó distancias, presionó arriba al Club Brugge y creó ocasiones. Durante un breve instante, generaron peligro y evitaron más daño. Pero el marcador siguió siendo engañoso, quizás menos feo, pero nunca realmente esperanzador.

El Brujas ha expuesto debilidades que no se solucionarán de la noche a la mañana. El Rangers aún parece estar a años de ser una potencia creíble en la Champions League.

La negativa de Martin a adaptarse al Southampton es ahora una preocupación persistente. Su terquedad por comprometer sus ideales le salió cara allí, y a menos que se adapte, el Rangers se arriesga a repetir la experiencia. Otros entrenadores, como Brendan Rodgers tras la goleada del Celtic a manos del Borussia Dortmund, han reconocido la necesidad de modificar su estrategia táctica en Europa. Para Martin, este debe ser el siguiente paso, o de lo contrario, los abucheos en Ibrox se harán más fuertes y las dudas se afianzarán.

Semanas críticas por delante
El calendario no da tregua. El Rangers se enfrenta al St. Mirren a domicilio, al Brugge a domicilio, al Celtic en casa, y luego al Hearts y al Hibernian en Ibrox. Cada uno de estos equipos detectará puntos débiles que aprovechar.

El reto inmediato de Martin es la supervivencia, tanto en resultados como en credibilidad. El St. Mirren, bajo la dirección de Stephen Robinson, representa una dura prueba. El Brugge, con su talento ofensivo, buscará rematar la faena. El Celtic, eterno rival, no necesita invitación para mostrar sus debilidades.

El fútbol en Glasgow es implacable. La afición del Rangers exige un nivel alto, y rara vez se les concede paciencia. Martin lo sabe desde su época como jugador del Rangers, y lo siente aún más profundamente ahora como entrenador.

Es dolorosamente temprano en su mandato, pero en Glasgow la decisión llega rápidamente. El Club Brugge simplemente ha puesto esos problemas más de relieve. A menos que el Rangers encuentre resiliencia en defensa, la temporada que se avecina se sentirá más larga y difícil de lo que cualquiera en Ibrox puede soportar.