Jorja Miller es uno de los jóvenes talentos más emocionantes del rugby de Nueva Zelanda y muchos en su país esperan que la delantera tenga un torneo destacado en su primera Copa del Mundo durante el próximo mes.
El joven de 21 años ya es más que familiar para los fanáticos del rugby sevens, ya que el año pasado ganó una medalla de oro olímpica en París y este año ganó el premio al Jugador del Año en la serie Mundial de Sevens.
Sin embargo, si es seleccionada como flanker de apertura para el primer partido de la Copa Mundial de Nueva Zelanda contra España en York el domingo, Miller jugará apenas su tercer test en el torneo de 15 mujeres.
Dejó una impresión suficiente en sus primeras dos pruebas, una victoria de 79-14 sobre Estados Unidos en mayo y una victoria de 37-12 sobre Australia el mes pasado, como para sugerir que su inexperiencia podría no ser un gran problema.
Contra los Wallaroos en Wellington, atrapó un drop-out de línea a 40 metros de la línea de Australia y, con su pelo rubio trenzado colgando detrás de ella, se abrió paso entre media docena de tacklers para anotar su primer try de prueba.
Es probable que en la Copa del Mundo se presenten desafíos más difíciles, especialmente en la vorágine del colapso contra las potencias del fútbol femenino, pero a Miller no le falta ambición.
“Desde que tengo memoria, siempre he soñado con ser la mejor jugadora de rugby del mundo”, dijo en el documental de NZR+ Triple Threat.
Quiero cambiar las reglas del juego. Quiero hacer cosas que nadie, ni hombre ni mujer, ha hecho jamás.
Miller fue uno de los cuatro jugadores del equipo de siete de Nueva Zelanda que ganó la corona de la serie mundial de siete en mayo y luego consiguió un lugar en el equipo Black Ferns.
“El cambio más grande del siete al quince es el aspecto físico”, dijo Miller, quien juega como apertura en el formato más corto.
“Ahora, al estar en la zona de ataque, se necesita esa fuerza física para poder hacer esas entradas a los delanteros más altos. Al principio fue abrumador saber lo difícil que sería esa transición”.
Claramente hizo lo suficiente para convencer al entrenador Allan Bunting y a sus colegas selectores de que ella era digna de un lugar en el equipo de las Black Ferns que intentará levantar la Copa del Mundo por séptima vez en 10 ediciones.
Ganaron su sexta Copa del Mundo en Eden Park hace tres años con una sorprendente sorpresa en la final contra Inglaterra, que es incluso más favorita para conseguir el título en su suelo natal este año.
Sin embargo, a Miller no hay nada que le guste más que un desafío.
“Me encantaría ponerme a prueba en el estadio más grande, ojalá en Twickenham, en la final, con entradas agotadas, contra Inglaterra”, dijo en el documental.