La presidenta de Moldavia, Maia Sandu, advirtió que la independencia de su país y su futuro europeo están en peligro después de que la policía arrestara a docenas de personas acusadas de participar en un complot para avivar el desorden violento, supuestamente respaldado por Rusia.
Apenas unos días antes de las cruciales elecciones parlamentarias del domingo, la policía moldava dijo que había confiscado armas y explosivos en redadas en todo el país.
Afirman que algunos de los 74 detenidos habían viajado a Serbia para recibir entrenamiento con instructores rusos, incluso con armas de fuego.
Dirigiéndose a la nación, el presidente Sandu acusó al Kremlin de “verter cientos de millones de euros” en Moldavia en un intento de fomentar la violencia y difundir desinformación y miedo.
“El Kremlin cree que todos estamos en venta. Que somos demasiado pequeños para resistir. Que no somos un país, solo un territorio”, declaró el presidente, señalando la intervención rusa al más alto nivel.
“Pero Moldavia es nuestro hogar. Y nuestro hogar no está en venta.”
Los partidos prorrusos han acusado a Sandu de intentar intimidarlos y así influir en el voto.
Sandu también hizo un llamamiento a sus simpatizantes para que acudan a las urnas el domingo en unas elecciones en las que las fuerzas prorrusas se disponen a sacudir el statu quo proeuropeo. La mayoría, en manos del propio Partido de Acción y Solidaridad (PAS), de Sandu, se ve en peligro.
Para ella, la clave está en lograr una alta participación, especialmente entre la diáspora.
Moldavia declaró su independencia tras la desintegración de la URSS hace más de 30 años, pero cuenta con una importante población rusoparlante. La región separatista de Transnistria, apoyada por Moscú, aún alberga un contingente de tropas rusas.
La influencia de Moscú ha permanecido en la política moldava durante años.
Pero bajo la presidencia de Sandu, el país inició conversaciones para unirse a la UE y el año pasado celebró un referéndum en el que los votantes decidieron consagrar el objetivo de la adhesión al bloque en su constitución.
Esa votación fue una iniciativa del presidente, un intento de fijar en piedra el camino de Moldavia hacia la UE.
Al final, el sí ganó por un estrecho margen: 50,4% frente a 49,5%. El referéndum se vio empañado por numerosas pruebas de la intromisión rusa, incluyendo el contrabando de dinero en efectivo para comprar votos.
Se cree que sólo un pequeño porcentaje del dinero enviado es interceptado –entre el 10 y el 15% del total– y en Moldavia, con su pequeña población, cada voto cuenta.
“Con 200.000 votos es posible cambiarlo todo: basta con mirar el referéndum de la UE en octubre, que se decidió por un margen muy pequeño”, señala Sergiu Panainte, subdirector del German Marshall Fund en Bucarest.