Más de tres meses después de su último partido, la selección femenina de Estados Unidos regresó a la cancha en octubre, disputando tres encuentros con resultados diversos. En el primero, una impresionante Portugal superó a las estadounidenses con una victoria visitante de 2-1. Emma Hayes alineó un once inicial casi completamente diferente y mucho más joven en la revancha, y las estadounidenses se tomaron la revancha con un marcador de 3-1. En el tercer partido, un once inicial aún más joven arrolló a una débil Nueva Zelanda por 6-0. Los partidos contra Portugal ofrecieron muchas lecciones; las Football Ferns resultaron menos intimidantes que once calabazas de Halloween, por lo que ese tercer encuentro fue más un paseo divertido que una verdadera prueba.
Aquí hay algunas conclusiones que podemos extraer de la ventana:
La juventud está lista ahora.
La selección femenina de Estados Unidos que disputó el primer partido contra Portugal careció de las cualidades que la han caracterizado en sus mejores momentos: garra, dominio físico y una implacable progresión con el balón. Todas estas características fueron mucho más evidentes en el segundo partido, donde las jóvenes titulares mostraron una mentalidad más tradicional que las jugadoras más experimentadas que participaron en el primero.
Este contraste fue especialmente evidente en el mediocampo. En el primer partido, la combinación de Sam Coffey, Lindsey Heaps y Rose Lavelle no pudo hacer frente a Kika Nazareth y al resto del equipo portugués. En lugar de jugar con garra y dinamismo, se mostraron vulnerables y poco creativas (salvo algunas combinaciones prometedoras entre Lavelle y las atacantes Alyssa Thompson y Catarina Macario).
Lily Yohannes, Claire Hutton y Jaedyn Shaw (de 18, 19 y 20 años respectivamente) tuvieron una actuación fantástica en el segundo partido. El trío supo manejar la presión y movió el balón con rapidez para acelerar el ataque. Cada una protagonizó jugadas memorables: Yohannes superó a cuatro defensoras con precisión, Hutton giró con calma para zafarse de una defensora y cambiar de dirección, Shaw dio un pase de tacón para asistir a Olivia Moultrie en su segundo gol. Sin embargo, el aspecto más destacable de su actuación fue más bien rutinario. Secuencias de pases sencillas rompieron con frecuencia las líneas defensivas de las jugadoras portuguesas, frenando los contraataques antes de que pudieran comenzar.
Contra Nueva Zelanda, las jóvenes atacantes Michelle Cooper y Emma Sears fueron las que más destacaron. Cooper ocupó muchos espacios y dio dos asistencias que ayudaron a Sears a conseguir su triplete.
Las jugadoras que fueron pilares del equipo son invaluables por su experiencia y liderazgo, pero está claro que el sentimentalismo no debe ser un obstáculo para darles protagonismo. Si las celebraciones de la jubilación de Alex Morgan y Alyssa Naeher antes del primer partido no dejaron el mensaje suficientemente claro, el rendimiento del equipo lo demuestra sin lugar a dudas: una nueva generación está lista para competir por un puesto en este equipo.
La intensa presión de Portugal dejó en evidencia la desorganización defensiva en ambos partidos, haciendo aún más patente la ausencia de la central Naomi Girma, lesionada. La estrella del Chelsea solo ha disputado cuatro partidos con la selección en 2025, debido a las lesiones que han marcado su primera temporada en la WSL. Hayes afirmó que, una vez que Girma acumule más minutos con su club, será convocada a la selección, y que ese día ojalá llegue pronto.