La comunidad futbolística mexicana lamenta una gran pérdida. Manuel Lapuente Díaz, un verdadero ícono como jugador y entrenador, falleció el sábado 25 de octubre a los 81 años. Con una carrera que abarcó décadas, Lapuente dejó su nombre grabado en los corazones del deporte en todo el país, dejando un legado que resonará por generaciones.
Su trayectoria comenzó en 1964, cuando se calzó las botas para el Monterrey, marcando el inicio de su legendaria carrera. Poco después, se trasladó aCiudad para unirse a Necaxa en 1966, antes de encontrar un verdadero hogar en Puebla, el club de su ciudad natal, en 1970. Y déjame decirte, aquí es donde comenzó la verdadera magia.
Años pico y jubilación
Durante aquellos años dorados en Puebla, Lapuente estaba en la cima de su carrera, deslumbrando a la afición con su habilidad y pasión. Para cuando colgó las botas en 1975 con el Atlas, vistiendo la icónica camiseta rojinegra, ya se había consolidado como un jugador para recordar. Sin embargo, fuera de la cancha, su historia estaba lejos de terminar, y vaya historia que fue.
Gloria del equipo nacional
En el escenario internacional, Lapuente vistió la camiseta de la selección mexicana con inmenso orgullo. Imaginen esto: los Juegos Panamericanos de 1967 en Winnipeg, Canadá, donde jugó un papel clave en la obtención de la medalla de oro para El Tri. Este triunfo sigue siendo un momento decisivo en la historia del fútbol mexicano hasta el día de hoy. ¿No se les pone la piel de gallina solo de pensarlo?