En Tokio, Trump y Takaichi estrecharon lazos gracias a un amigo común… y un enemigo común.

Durante su primer encuentro en Tokio, seguido con gran expectación, Donald Trump y Sanae Takaichi parecían más viejos amigos que líderes mundiales.

Hubo sonrisas, palmadas en la espalda, abrazos e incluso una broma sobre llegar tarde porque habían estado viendo a los LA Dodgers –liderados por la megaestrella japonesa Shohei Ohtani– jugar en la Serie Mundial.

El presidente estadounidense recibió una nominación al Premio Nobel de la Paz (la segunda de su viaje a Asia) y un putter de golf que perteneció al fallecido ex primer ministro japonés Shinzo Abe, quien entabló una famosa amistad con Trump en el campo de golf.

Su cordialidad continuó en la base naval de Yokosuka, donde Trump invitó a Takaichi al escenario a bordo del USS George Washington y elogió su liderazgo. La nueva primera ministra japonesa respondió con un triunfal puñetazo al aire y un giro, un momento que rápidamente se viralizó en su país.

El mensaje era inequívoco: la química de la era Abe entre Washington y Tokio ha vuelto.

“Es encantadora”, dijo Trump a los líderes empresariales al concluir las actividades del día. “La he conocido bastante bien en poco tiempo”.

No es frecuente que Trump muestre este nivel de cordialidad hacia un líder extranjero, especialmente uno de un país que ha resistido sus guerras arancelarias. Igualmente raro es ver a un primer ministro japonés exhibir tal afecto públicamente.

Sin duda, ayuda que ambos coincidan en varios temas políticos. Ambos son conservadores de derecha que apoyan el fortalecimiento militar y una postura más firme frente a China. Su vínculo común con Abe también ayuda a explicar su buena relación. Abe fue uno de los principales aliados de Trump en la política internacional, además de ser el mentor político de Takaichi.

Pero tras las fotos y la nostalgia subyace una alianza estratégica nacida de la necesidad mutua. Sobre todo ahora que ambos líderes tienen en la mira al mismo adversario: Pekín.

Para Trump, contar con una aliada incondicional en la región Asia-Pacífico dispuesta a adoptar una postura firme contra China representa una victoria indiscutible. Takaichi, una reconocida crítica de China, ha denunciado durante años la expansión militar y la coerción económica de Pekín. Su postura intransigente encaja a la perfección con la visión de «Estados Unidos Primero» de Trump.

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