En Argentina, el tango mantiene a raya los síntomas del Parkinson

Buenos Aires (Argentina) (AFP) – Cuando el tango comienza a sonar, Lidia Beltrán se desentiende del Parkinson que la aqueja, se abraza a su terapeuta y baila, con su cuerpo fluido y sus pasos precisos, como parte de un innovador programa de tratamiento en Buenos Aires.

Unos 200 pacientes han participado en los talleres de tango impartidos en los últimos 15 años en el Hospital Ramos Mejía para estudiar el impacto de la danza en los síntomas de esta enfermedad neurodegenerativa incurable, indicaron los organizadores a la AFP.

“Uno de los principales problemas de la enfermedad es el trastorno de la marcha, y el tango, como baile andado, trabaja el inicio y el fin de los pasos, y las estrategias para la marcha”, señala la neuróloga Nélida Garretto.

Los resultados han sido alentadores. Muchos pacientes encuentran maneras de aliviar síntomas como los bloqueos motores que les impiden caminar, afirma la neuróloga Tomoko Arakaki.

“Una paciente nos contó que cuando se congela, intenta hacer el ‘ocho’ -uno de los pasos clásicos del tango- con los pies, y eso le permite salir del bloqueo”, cuenta Arakaki.

Bailar tango ayuda a construir una “vía sensorial” que facilita la caminata, dice.

Sabemos que el párkinson requiere tratamientos farmacológicos. El tango se utiliza para rehabilitar la parte motora. Con la música, se pueden superar situaciones complejas, afirma.

Beltrán, de 66 años y diagnosticada con párkinson hace dos años, nunca había bailado tango. Se unió al taller por recomendación médica.

“Si es para frenar el avance tengo que hacerlo, tengo que bailar por mi vida”, dice.

Además de temblores, rigidez, dificultad para mantener el equilibrio y problemas del habla, el párkinson provoca aislamiento social y depresión. El taller de tango puede ayudar en estas áreas.

Beltrán comenta que bailar le mejora la estabilidad y el ánimo. “Mañana seguro que me sentiré mejor porque hoy bailé tango”, dice.

Los pacientes bailan con parejas que no padecen Parkinson y bajo la guía de terapeutas de baile como Manuco Firmani, un bailarín de tango profesional que ha estado involucrado en la rehabilitación de Parkinson desde 2011.

Emilia, de 86 años, no quiere dar su apellido porque baila contra los deseos de su hijo, que se preocupa por el viaje en autobús de dos horas que debe hacer para llegar al estudio en el centro de Buenos Aires.

“Para mí ésta es la felicidad de cada martes”, dice esta maestra jubilada de cuerpo frágil y encorvado y voz susurrante, para quien el tango evoca recuerdos de su juventud.

“Todos los años realizamos evaluaciones específicas para analizar los beneficios del tango”, afirma el neurólogo Sergio Rodríguez. “Hemos medido mejoras en las habilidades cognitivas, la motricidad, la marcha y el equilibrio”.