La tan esperada trayectoria de Neymar Jr. en la Saudi Pro League llegó a un final prematuro a principios de este año, marcando un giro inesperado en lo que se esperaba que fuera un capítulo destacado de su carrera. Considerado en su momento un fichaje estrella para el Al-Hilal, la etapa de la superestrella brasileña en el reino del desierto fue una montaña rusa de emociones, marcada por el dolor, las lesiones y una despedida discreta.
La lesión que cambió el guión
Todo se vino abajo en octubre de 2023 cuando Neymar sufrió una grave lesión de rodilla jugando con Brasil. Para un jugador cuyo juego se basa en la agilidad y la explosividad, esto no fue solo una lesión, sino un gran obstáculo. Pasaron los meses, y aunque muchos esperaban verlo de vuelta pronto, su cuerpo tenía otros planes. Los repetidos contratiempos y una nueva lesión en el tendón de la corva frustraron muchas esperanzas y dejaron claro que el fútbol no iba a ser benévolo en este capítulo.
Según el reglamento futbolístico de Arabia Saudí, solo se permiten 10 jugadores extranjeros por club, lo que añadió una capa adicional de complejidad. La plantilla del Al-Hilal ya estaba repleta de estrellas internacionales de primer nivel. El regreso oficial de Neymar implicaba que alguien más tuviera que dar un paso al costado, una decisión difícil para un club que se enorgullece de su sólida plantilla.
El rumor era que el mediocampista Renan Lodi, un jugador sólido, estaba en la lista de descartados, lo que agregó un costo humano a la decisión más allá del propio Neymar.
De vuelta a donde todo empezó
El entrenador Jorge Jesús no se anduvo con rodeos al admitir que Neymar no había cumplido con las exigencias físicas esperadas en el Al-Hilal. Era evidente que el tiempo del brasileño en el club llegaba a su fin, dejando a la afición y al propio jugador en una encrucijada. Con meses restantes de un lucrativo contrato, la presión, tanto deportiva como económica, aumentaba.
Luego llegó la salida amistosa en enero de 2025, con ambas partes separándose en un acuerdo que, según informes, ascendía a cerca de 40 millones de dólares. Fue un momento agridulce: una estrella pagó el precio de lesiones ajenas a su voluntad, pero se marchó con la dignidad intacta. Los aficionados se preguntaron qué habría sido si el destino les hubiera sonreído mejor.