¿Podría ser el caza ruso más sofisticado en funcionamiento también el más experimentado en conflictos? La reciente entrega del Su-35S «Super Flanker» a las Fuerzas Armadas rusas pone de relieve la importancia del avión como activo estratégico y la necesidad imperiosa de Rusia de reabastecer las pérdidas sufridas en el disputado espacio aéreo ucraniano. United Aircraft Corporation confirmó la transferencia tras las pruebas en tierra y vuelo, al menos la quinta en reportar este año, un ritmo que continúa con el aumento del programa de producción de Moscú para compensar la pérdida de producción.
El Su-35S ocupa un lugar destacado en la estrategia de poder aéreo de Rusia. Diseñado como puente hacia la quinta generación, combina motores AL-41F1S con vectorización de empuje, un fuselaje reforzado de titanio compuesto y una capacidad interna de combustible de 11.500 kg para aumentar su alcance. Sus mejoras aerodinámicas, como la eliminación del canard y el control de vuelo por cable cuádruple redundante, permiten maniobras posteriores a la pérdida, como las de los Cobra y Kulbit, sellos distintivos de la supermaniobrabilidad rusa.
En su función de combate, el radar N035 Irbis-E es fundamental, un potente radar pasivo de banda X con barrido electrónico, capaz de detectar objetivos del tamaño de un caza a una distancia de hasta 400 km en sectores de búsqueda estrechos. Sin embargo, como advierte el experto en aviación Abhirup Sengupta, «se anuncia que el Irbis-E tiene un alcance de 350 km contra objetivos de 3 m², mientras que en realidad solo se alcanza en búsqueda con señales en un campo de visión reducido; en una búsqueda de volumen normal, ese alcance se reduce a 200 km». La susceptibilidad del radar a las interferencias actuales, combinada con la limitada capacidad de no generación de imágenes del sistema de búsqueda y seguimiento infrarrojo OLS-35, ha atraído a críticos occidentales que perciben al Su-35S como una exageración en comparación con sus contemporáneos equipados con AESA.
En Ucrania, la estrategia de interceptación de largo alcance del caza se ha basado en gran medida en el misil R-37M, capaz de alcanzar objetivos a 200 km , frecuentemente disparado desde territorio ruso. También hay evidencia reciente del despliegue operativo del R-77M, un misil superrápido de alcance visual muy mejorado, con motor de doble pulso y buscador mejorado, que posiblemente duplique el alcance del R-77-1 hasta aproximadamente 160 km. Estas armas de distancia de seguridad han permitido a las tripulaciones del Su-35S amenazar a los aviones ucranianos antes de que puedan contraatacar, pero no han eliminado el riesgo.
Las pérdidas confirmadas ascienden a ocho aeronaves, y las reclamaciones ucranianas ascienden a 25. Cabe destacar que un Su-35S fue derribado en junio sobre la zona de Kursk por un F-16 ucraniano pilotado por un AIM-120 AMRAAM, la primera victoria aire-aire de este tipo. El enfrentamiento aparentemente dependió de la información de puntería proporcionada por una plataforma sueca Saab 340 AEW&C, lo que demuestra cómo los sensores en red y los misiles de última generación pueden contrarrestar la ventaja del rendimiento cinemático bruto.
El desgaste se ha visto agravado por el sistema Patriot, suministrado por Occidente, y otras defensas aéreas de superficie que han destruido aviones Su-35S incluso en las fronteras rusas. Solo en febrero de 2024, Rusia perdió 60 aviones, incluidos varios Su-35, lo que ilustra la dificultad de mantener operaciones de cazas de alta gama contra un sistema de defensa aérea integrado y con múltiples capas de negación.
A pesar de estos retrasos, los directivos de Rostec siguen siendo firmes defensores de la plataforma. «El Su-35S combina la potencia de las armas modernas, electrónica avanzada y una maniobrabilidad única, lo que lo convierte en un ‘soldado universal’ para llevar a cabo las misiones de combate más difíciles», declaró la compañía. Los despliegues sobre Siria y Ucrania han demostrado elementos de su diseño, desde el patrullaje a gran altitud de larga duración hasta la adaptabilidad multimisión, y se ha sometido a pruebas de fuego real con armas de última generación como el R-77M.
Para las Fuerzas Aeroespaciales Rusas, el Su-35S es el caballo de batalla de la aviación táctica hasta que el caza furtivo Su-57 alcance su madurez. Su uso como interceptor de primera línea y como presentación diplomática para compradores de exportación como China e Irán refleja su doble naturaleza: una herramienta de guerra creada por necesidad y un emblema de la destreza de la industria aeroespacial rusa. Pero, como demuestra la experiencia en Ucrania, ni siquiera el auge del diseño de cazas de cuarta generación puede eludir las cambiantes realidades del combate aire-aire contemporáneo, donde la fusión de sensores, la focalización en red y el sigilo determinan cada vez más la supervivencia.