Oriente Medio en el centro de un nuevo orden global

La Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, celebrada esta semana en la ciudad china de Tianjin, situó a la región árabe, en particular al Golfo, en el centro de los procesos que están transformando el equilibrio de poder en Eurasia. Presidida por el presidente chino, Xi Jinping, y con la asistencia del presidente ruso, Vladimir Putin, el primer ministro indio, Narendra Modi, y otros líderes, la cumbre consolidó aún más las nuevas realidades geopolíticas en Oriente Medio, fortaleciendo la diversificación de alianzas que permite a los Estados evitar depender únicamente de Estados Unidos.

Más que cualquier otra cumbre desde la fundación de la organización como marco de seguridad en 2001 y su expansión gradual a lo largo de un cuarto de siglo (actualmente representa a casi el 40 % de la población mundial), la conferencia de Tianjin subrayó la creciente relevancia de la Organización de Cooperación de Shanghái para Oriente Medio. De hecho, Irán se convirtió en miembro de pleno derecho en 2023 y Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto obtuvieron la condición de “socio de diálogo” en 2022.

Este cambio ha convertido al Mar Rojo y al Golfo Pérsico en una extensión natural del bloque euroasiático, posicionando a la región en el centro de las futuras rutas comerciales, logísticas y flujos energéticos. Como muestra de esta nueva realidad, 10 puertos del Golfo se clasificaron entre los 70 más eficientes del mundo en 2024.

Lo más importante es que los principios de la Declaración de Tianjin resuenan claramente con el estado de ánimo actual en el mundo árabe, en particular en cuestiones de soberanía, no interferencia y reforma de la gobernanza global.

La declaración rechazó rotundamente la tutela y las sanciones unilaterales, posturas muy familiares para la mayoría de las capitales árabes, que desde hace tiempo se han mostrado recelosas de la presión occidental, enmarcada como una defensa de la democracia o los derechos humanos. La declaración también hizo un llamamiento contundente a otorgar a los países en desarrollo, incluidos los Estados árabes, mayor peso en instituciones internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU y el Fondo Monetario Internacional.

Estos temas son inseparables del impulso tradicional de la cumbre por un desarrollo equitativo, en particular el alivio de la deuda. Sin embargo, este año, la declaración fue más allá: exigió la regulación del campo de la inteligencia artificial y las transferencias de tecnología, liberándolas al mismo tiempo de las restricciones políticas que obstaculizan el progreso de muchas naciones y agravan sus crisis económicas.